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Entrenamiento Funcional Elite-NextLevel: Consideraciones

21 de enero de 2013

Entrenamiento Funcional Elite-NextLevel: Consideraciones

Entrenamiento Funcional Elite-NextLevel: Consideraciones

Entrenamiento + Funcional: 2 palabras. Todos sabemos lo que significan ambas, en su totalidad o parcialmente. Todo el mundo puede definirlas o explicarlas a su manera. Y si alguien, osado, listillo o simplemente descuidado pregunta a entrenadores, preparadores físicos o monitores, todos ellos se erguirán y le darán una respuesta rápida. Probablemente esa respuesta sea ambigua, atropellada, rebuscada o forzada. Pero… ¿válida?.
Madrid, a 05-02-2013
Si echamos una ojeada a la definición de las palabras por separado en la RAE tenemos que:
Entrenamiento: acción y efecto de entrenar
Funcional: Perteneciente o relativo a las funciones. Se dice de todo aquello en cuyo diseño u organización se ha atendido, sobre todo, a la facilidad, utilidad y comodidad de su empleo. Eficazmente adecuado a sus fines.
Hace años, el concepto de entrenamiento funcional se asociaba generalmente al trabajo de rehabilitación guiado por fisioterapeutas o entrenadores, con el objetivo de recuperar la «función» del sistema o sistemas afectados. Actualmente, el término se asocia y se usa más en el entorno de los gimnasios. Concretamente, en uno de los ámbitos en los que desarrollo una de mis facetas profesionales, el entrenamiento personal, raro es el entrenador que no se publicita a sí mismo con las credenciales de «especialista en entrenamiento funcional».
Todos sabemos por ejemplo lo que significa ser especialista en pilates, o en natación, o en físico-culturismo, por poner algunos ejemplos rápidos. Pero los especialistas en entrenamiento funcional, ¿tienen alguna certificación especial seria? ¿En qué consisten sus métodos que les diferencian de «entrenadores no funcionales»? Es muy probable que el «halo» que desprende el término les haga sentirse más exclusivos y profesionales, quizá esa sea la razón principal por la que les gusta auto-denominarse así.
Una de las definiciones con las que más de acuerdo me encuentro es la de: «entrenar con un propósito concreto». Y también esta otra: «todo el entrenamiento se diseña y enfoca para alcanzar el objetivo».
En cambio, no termino de comulgar con la acepción que se le otorga de «integrar todos los aspectos del movimiento humano». Creo sinceramente que en esta acepción es mucho más amplia que lo puramente funcional, y para aplicar dicha definición la palabra funcional se queda pequeña y su uso se me antoja harto ambicioso. Si lo que se pretende con esta idea de entrenamiento es que los ejercicios se asemejen a los movimientos humanos, casi mejor sería llamarlo «entrenamiento para la vida diaria», o «entrenamiento biomecánico», o «entrenamiento del movimiento humano…», por poner algunos ejemplos. Porque bajar de 1 minuto en los 100m libres de natación, o aumentar 2cm el perímetro del brazo, ¿acaso no son entrenar con un propósito concreto? ¿su entrenamiento no está diseñado para alcanzar el objetivo? Por supuesto que sí. De hecho, probablemente ambos objetivos requieran de mucho más esfuerzo en diseño y a la vez son mucho más concretos que los que se suelen ofrecer en muchos programas de entrenamiento funcional.
Otra definición que se le atribuye al uso de este tipo de entrenamiento es la de que «todos y cada uno de los movimientos trabajados verán su reflejo en una mejor eficacia de nuestro cuerpo en el día a día». Sinceramente, el uso de una frase tan ambigua en el ámbito del entrenamiento me parece un recurso fácil a la vez que erróneo. Intentaré justificar mi observación desde varios puntos de vista:
Si hablamos de un cliente con unas características más bien sedentarias, con media-avanzada edad, cualquier metodología que usemos aplicada correctamente servirá para mejorar su eficacia en el día a día, independientemente de si el ejercicio se parece mucho o no a levantarse de un sillón, agacharse a recoger un papel o estirarse para alcanzar el bote del cola-cao. Cuando escucho la clásica conversación de «buah, he conseguido que esta señora de 60 años pase de caminar de 4 a 6km/h en tan solo 2 meses», me dan ganas de contestar: «sí, yo también he mejorado la agilidad y la capacidad cardiovascular de mi abuelo de 85 años. Lo que pasa es que está muy enfadado conmigo puesto que le he escondido el mando de la televisión…».
Pongamos otro ejemplo, esta vez en el ámbito del rendimiento deportivo: un jugador de golf. Seguro que más de uno habréis visto entrenadores que durante las sesiones no paran de replicar movimientos similares al del golf, solo que ejecutados a muy baja velocidad y con implementos/máquinas (gomas, kinesis, poleas…) que en absoluto replican las resistencias que suponen el palo de golf y la bola, ni las necesidades de aceleración, potencia, control y amplitud de movimiento del gesto técnico. Estos ejercicios pueden estar bien en un contexto de rehabilitación o aprendizaje técnico, y si me apuran en una fase de trabajo de adaptación anatómica (adecuación articular y ligamento-tendinosa). Pero a partir de un determinado dominio del gesto técnico y experiencia en preparación física me parecen medios fuera de lugar. En lugar de eso, para lograr mejorar la tan citada eficacia muy probablemente será más adecuado programar sesiones para el desarrollo de la fuerza, la optimización de los rangos de movimiento (ADM), el control postural (Core Stablity) y finalmente la potencia de una manera específica (vaya, otro concepto interesante y a menudo confundido con funcional…). No obstante, en otro artículo hablaremos más en profundidad acerca de la preparación física en deporte. Para ir abriendo boca, una de mis frases preferidas especialmente referidas a la preparación física de deportes individuales: «lo que la preparación física debe aportar es todo aquello que no puede ser replicado en el entrenamiento del propio deporte» (adaptado de Smith B, Henryk L).
A modo de resumen y para concluir, en mi opinión todo entrenamiento es funcional mientras esté correctamente orientado hacia el objetivo final y sea eficaz. El cómo se llegue a dicho objetivo dependerá de la correcta elección de métodos, ejercicios, material, estímulos y tiempo necesario para llegar a él, independientemente de si los ejercicios son más circenses, más tradicionales o más complejos.

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